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jueves, 15 de febrero de 2018

Entrevista de Verónica Valenzuela a sus personajes masculinos

Entrevista de Verónica Valenzuela a sus personajes masculinos


Aquí estoy esta noche de enero, con un frío que pela fuera de la cafetería calentita y maravillosa en la me hallo sentada para tomarme una copa…con mis tres mosqueteros.


Con paso enérgico como el macho alfa de la manada, aparece el primero con aquellos ojos pardos de pirata que me enamoraron al crearle. Alto, esbelto y muy sexi con la camisa azul y los pantalones negros que viste, Daniel mi abogado granadino con sonrisa de canalla, se detiene poniendo sus fuertes manos sobre el respaldo de la silla frente a mí.

Se mantiene en silencio, mientras yo contemplo como el siguiente caballero acaba de entrar en la sala de la cafetería haciendo que las mujeres le lancen miradas llenas de ardor.
Su cabello negro se despliega en largos mechones hasta rozar sus anchos hombros en un bellísimo hombre de metro noventa. Sus grandes ojos verdes recorren la sala buscándome hasta que me encuentra unas mesas más adelante, caminando con aquel paso tranquilo de sus largas piernas enfundadas en sus ceñidos vaqueros, con camiseta verde oscuro y chaqueta de cuero.
Cuando llega a mi sitio, me dedica una sonrisa feliz dejándome embobada ante la intensidad de sus ojos de hierba, como decía Sara.

Y para completar el trío en último lugar, un musculoso, rubio y escultural caballero vestido con un impecable traje chaqueta gris como el color de sus ojos, hace acto de presencia en la cafetería haciendo que la ropa interior de las señoras del salón, eche chispas y se mueran de envidia cuando toma asiento con un leve asentamiento de cabeza a sus compañeros como saludo.
 —Ya era hora de tenerte ante nosotros, mi querida creadora—me habla Morgan, dándome un suave beso en la mano que ha tomado entre las suyas sobre la mesa. Ha aprendido español gracias a Sara, aunque mantiene un fuerte acento yanqui encantador.
 —¿Ya vas a empezar a hacerle la pelota, Morgan? —Le da un codazo Daniel cabreado.
—Hola mi hermoso Seal, no hagas caso a este sinvergüenza. Ya sabes que fuiste el primero que acabé de crear, —le saco la lengua a Daniel—, y mi preferido.
   —Pues para ser tu preferido solo te faltó darle de hostias en el cielo de la boca, guapa—contesta mi abogado refunfuñando y cruzándose de brazos.
   —Pero todo lo que pasé valió la pena, porque me dio a Sara. —replica Morgan con ojos soñadores.
    —¡Eres todo un romántico, guiri! —Le da una sonora palmada en la espalda el rubio.
     —Creo que aquí hay más de un romántico, ¿verdad Nacho? —Le acaricio su suave y corto cabello como tanto le gusta a Lia.
     —¡Oh por Dios, no puedo con tanto azúcar! —Se repantiga Daniel en la silla con el ceño fruncido.
     —Abogado, no te hagas el duro que tú eres el peor de estos tres. —Me levanto y no puedo evitar la tentación de darle un par de besos en los bonitos hoyuelos de su cara—. A nadie más que a ti se le ocurriría hacerte pasar por un admirador secreto para conquistar a tu chica.
       —¡Y me salió como el culo, Vero! Muchas gracias por ponérmelo tan difícil, querida.
       —¡Por favor no hablemos de culos! Que yo me llevé la peor parte, chicos—suelta Morgan, haciendo que todos nos riamos a carcajadas mientras vuelvo a sentarme rodeada de mis personajes.
       —Tienes razón, Morgan. ¿Por qué narices te gusta putearnos y hacernos sufrir tanto, Vero? —me pregunta Nacho en plan psicólogo, intentando analizarme. Es que no puede evitarlo el jodío.
       —Vamos maromos míos, a las lectoras en el fondo les gusta que os de caña…y a mí me encanta aún más, para qué os voy a mentir. Le da salsa a la historia.
       —¿Salsa? A mí me tuviste en una montaña rusa de ahora te quiero, ahora te odio, ahora te vuelvo a querer…—dice Daniel mosqueado.
       —Y todo lo que conseguiste con Abril, ¿no te valió la pena?
       —Claro que sí, pero me jodiste mucho Vero—acepta al final.
       —¡Ni se te ocurra quejarte, Daniel! A mi chica la puso en peligro de muerte y estuve a punto de volverme loco para salvarla—suelta Nacho con un suspiro—. ¿Tenías que ser tan drástica y realista?
       —Amores, os creé como la vida misma. Tenía que serlo, mi guapo cordobés.
       —El que mejor se lo pasó fue Bela, encima bailando en pelotas delante de decenas de mujeres—continúa Daniel dando la lata—. ¿Y por qué no ha venido el semental, Vero?
         —¡Oh, está muy ocupado! Muy pronto saldrá de nuevo entre las lectoras, con una versión mejorada de Malena en la que ya estoy trabajando, así que dejadle tranquilo, chicos.
         —Lo que yo os diga, ese enfermero al final es tu preferido, no “el melenas” — termina señalando a Morgan con una sonora carcajada.
          —Bueno, espero que dentro de poco tengáis otro hermanito al que dar la tabarra, Daniel.
          —¿Quién? Dime que le vas a hacer pasar un calvario—Se acerca Nacho con una sonrisa de diablillo en su guapo rostro.
          —Sí que pasa, sí. Pero su historia es muy divertida, al estilo de Malena.
          —¿Has aparcado el drama con lo que te gusta, Vero? No me lo creo ni por asomo. —Morgan me mira de reojo porque me conoce muy bien.
          —No cariño, también tiene un poquito de drama, pero vuestro nuevo compañero es a la vez muy sexy y va a hacer pasar mucho calor a mis lectoras.
          —¿Y cuando lo conocerán ellas? —pregunta Daniel tan impaciente como siempre.
          —Espero que este año, chicos.
          —Dinos al menos su nombre, no te hagas tanto de rogar, Vero—Nacho me mira frunciendo los labios con un mohín que derretiría a cualquier chica.
          —¡Está bien, pesados! Se llama Aitor.
          —¿Y a qué se dedica? —se interesa Morgan acercándose hasta que quedó prácticamente apretada entre mis tres hombretones.

          —Ya lo veréis…—les guiño un ojo.





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