David Moreno (Protagonista de "Todavía no quiero recordar")
se entrevista con su autora Susana Aguilera
Pues
aquí estamos, por fin los dos juntos bebiendo una cerveza en un chiringuito de una
playa en Murcia, compartiendo un momento que he deseado y temido a la vez. Una
brisa nos acompaña haciendo que esta noche se esté fenomenal a pesar del calor
de Julio. Hoy me siento muy feliz.
—Bueno,
Susi, parece que lo hemos logrado… —le digo levantando mi tercio a modo de brindis.
—Pues
eso parece…—Replica levantando su tercio
también y chocándolo contra el mío.
Nos
miramos sonriendo y disfrutando de la primera vez que estamos juntos.
— ¿Sabes?
— me dice—. Normalmente odio que me llamen Susi, porque en mi barrio había un
perro salchicha que le llamaban así y le cogí manía. Pero me he dado cuenta de
que me suele llamar de este modo la gente que me quiere. Así que te dejo…
—¡Menos
mal! — Le suelto aliviado —. Habríamos empezado un poco mal.
—¿Y tú
nombre? ¿Te gusta llamarte David?
— Sí,
me gusta mucho. Creo que me pega… Como
David el gnomo, David Hasselhoff del coche fantástico, David Bowie, David y
Goliath… Te puedo preguntar por qué me
llamaste así y por qué me has creado como soy.
—
Bueno, David es el nombre que habría puesto a mi tercer hijo. Simplemente me
gusta mucho. Y Moreno es el apellido de mi abuela. Es un modo de recordarla
contigo; un pequeño homenaje a una mujer que lucho mucho para sacar a sus hijos
adelante. Sobre tu personalidad, quería escribir acerca de una persona buena,
con principios y honor, alguien valeroso pero humano, que tuviera también dudas
y miedos. Vamos, alguien como muchos que hay en el mundo que lo dan todo por
ayudar a los demás a pesar de sus temores más profundos.
—Oye,
¿y eso de qué casi me haces gay? No es que tenga nada contra los homosexuales,
pero si tenía que enamorar a las muchachas del pruebo y las protagonistas iba a
ser complicado.
—
¡Madre mía! ¿Cómo te has enterado? — Se tapa la cara mientras se ríe a
carcajada limpia— Pues verás, mi reto en este libro era contar la historia
desde la cabeza de un hombre. Contar desde su punto de vista los
acontecimientos, pero también sus sensaciones y sentimientos. El problema es
que me resulta muy difícil pensar como un hombre… Y claro, me saliste un poco
demasiado… sensible y emotivo.
—¿Más sensible
de lo que soy?— pregunto asustado.
—Sí,
con un lado femenino demasiado marcado… como para ser el galán del libro.
Cuando mi marido lo leyó, me dijo que un tío jamás diría cosas como “siento como el agua
brillante se escurre por mi cuerpo…” sino
“siento como se me encojen las pelotas por el agua fría”.
—¡Dios
mío! ¿Eso habías escrito?
—Pues
sí. Tuve que repasar todo el libro y hacerte un poco más “machote”. Y a pesar
de todo me has salido un tipo que siente las cosas.
—Bueno,
te puedo decir que me encanta como soy —le contesto feliz de que me hiciera
como soy.
—Y,
¿por qué me destinaste a Murcia en los años ochenta?
—Simplemente
es porque escribo mejor sobre lo que conozco. Yo pasé mucho tiempo en los
ochenta en la Manga y tengo muchos amigos murcianos. Así que conozco el clima,
la gente, sus costumbres y su peculiar modo de hablar, del que están muy
orgullosos y a mí me encanta y respeto. Además en los ochenta yo era una
adolescente descubriendo la vida y mis recuerdos de aquella época donde la
música, la fiesta, las modas fueron tan importantes, son realmente buenos.
Quería contar sobre ese tiempo.
—¿Y la
casa cuartel? ¿Por qué pensaste en centrar la trama en ella?
—Soy
hija de militar y viví una maravillosa infancia en una casa militar dentro de
un cuartel. Esos años fueron tan preciosos que quería compartirlos. También
quería contar cómo viví siendo hija de militar lo que ocurría en aquella época
con ETA, cuál era la postura de la sociedad entonces y sobre todo el miedo de
los niños que no entendíamos que alguien quisiera matarnos.
—También
te centras mucho en las drogas de aquella época, ¿no?
—Sí,
las drogas en los ochenta destruyeron muchos jóvenes. En mi propia familia, un
primo de mi madre quedó vegetal tras tomarse un “Tripi”. Nosotros, la
generación de después, les veíamos como zombis pidiendo en las ciudades y
comprendimos que la droga era muy peligrosa. Sobre todo el “caballo”. Pero
ahora, nuestros hijos no lo saben y según distintos informes la heroína está
regresando y es porque los chicos de ahora no saben lo que puede llegar a
hacer. Por eso quería contarlo.
—En
este libro hay mujeres muy fuertes, manipuladoras y poderosas, ¿te has
inspirado en alguien?
—Sí,
este libro tiene mujeres de armas tomar. En los anteriores las mujeres estaban
en crisis, hundidas y un caballero andante les hacía ver la vida de un modo
distinto. En este libro quería plasmar que las mujeres también pueden ser
fuertes, dominantes, controladoras. Igual que un hombre…
—Y
hombres débiles y sensibles como mujeres.
—No,
como mujeres, sino que cada uno es como es y no se puede encajar a las personas
en un modo de comportarse…
—¿Y qué
me dices del final? Me ha contado un pajarito que casi te das una vuelta
entera a la M-40 de Madrid—nuevamente se
ríe encantada por la pregunta.
—Bueno,
es que yo me inspiro mucho conduciendo. Cuando voy a la oficina pongo la mente
en blanco y llegan a mí vuestras historias. Es como si os viese, como si la trama
sucediera delante de mis ojos. Yo luego solo tengo que escribirlo lo mejor que
puedo para contárselo a otros. Y con el
final me pasó eso: iba de camino a una reunión cuando de pronto lo visualice.
Lo vi absolutamente todo; dónde ocurría, que hacíais cada uno, que decíais.
Todo. Y claro, estaba tan emocionada que cuando volví a la realidad me había
ido a Barajas. Por supuesto no llegué a la reunión.
—Estás
un poco loca, ¿no?
—¡Un
poco! Prefiero sentirme algo loca y romper con las cadenas y el miedo y vivir
la vida lo mejor posible, disfrutando a tope del momento, sin preocuparme
demasiado del que dirás que amargarme siendo sensata.
—¿Y
contarás conmigo para contar alguna otra historia?
—Todo
es posible…
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