Buscar novio nunca es sencillo.
De primeras parece fácil: soy un chico guapo, que va cinco días a la semana al gimnasio y con una media de notable en su primer año de carrera. No debería ser muy complicado encontrar a alguien, ¿verdad?
¡Mentira! ¡Es superdifícil! Citas horribles, silencios incómodos, un primer polvo aún más desastroso… Pero si le añades una exnovia con la que llevaba cinco años saliendo y a la que hace poco le dije que era gay, y que se empeña en buscarme un novio —que, según sus palabras, «Esté a mi altura»— y la posibilidad de entrar como becario en un estudio de arquitectura, para lo cual necesito subir mi media y estudiar todos los días con una profesora particular —y su atractivo amigo—, la cosa no mejora mucho.
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