Lucía atravesó en moto Vietnam del Norte para descubrir que su novio, Diego, estaba con otra.
Jorge no quiere que su abuela Marciana (que no es que sea de otro planeta, es que se llama así) se muera sin verle con pareja y decide recurrir a una chica que hace un tiempo se dejó un zapato en su casa con su número de teléfono apuntado en la suela.
La chica es Lucía que, aparte del chasco de Diego, está en números rojos; por eso, ni se lo piensa y acepta la oferta de Jorge de hacerse pasar por su novia.
Jorge es un empresario guapo, serio y estirado que conoció una noche en una fiesta en la que Lucía servía canapés. Y acabó en su casa… Parecía un sieso, pero le puso un diez.
Después de esa noche no volvió a saber de él. Si bien, no es rencorosa, tan solo le pide el triple para aceptar el papelón y Jorge acepta.
Y allá que se plantan los dos en casa de la abuela de Jorge, dispuestos a pasar unas vacaciones navideñas haciendo teatro del bueno.
Claro que Lucía encuentra una motivación extra cuando, nada más llegar, se da de bruces con Diego y con la otra que resulta ser Alba, la hermana de Jorge.
A partir de ese momento, Lucía borda del tal modo su personaje que empieza a sentir cosas por Jorge, y viceversa. Y es que Jorge descubre que la majara del zapato, la tía más caótica y desastrosa que ha conocido en su vida, tiene algo que le está volviendo loco.
Y no solo a él, porque Diego empieza a replanteárselo todo… Como Alba, que está trastornada desde que Gonzalo, su ex, aparece también a pasar unos días con ellos.
En fin, un jaleo tremendo. Menos mal que tienen a Marciana, un terremoto de mujer, dispuesta siempre a enredarlo todo mucho más todavía…
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